Hellen Brooke Taussig, "Madre de la Cardiología Pediátrica"
Por la Dra. Ma. Teresa Rentería Quiñones
Dra. Ma. Teresa Rentería Quiñones
Pediatra. Residente del primer año de la especialidad de Cardiología Pediátrica.
La historia de la medicina, en especial el campo de la cardiología, nos hace recordar con enorme orgullo y admiración a una mujer ejemplar por su arduo trabajo hacia los niños, a pesar de las dificultades por las que atravesó a lo largo de su vida.
Hoy quiero llevarlos en un recorrido por la vida de una mujer que inspira, y de la cual vale la pena mantener vigente en las nuevas generaciones; se trata de la Dra. Hellen Brooke Taussig, considerada la madre de la cardiología pediátrica.
Nació en Cambridge, Massachussets, el 24 de mayo de 1898. Sus padres, Frank W. Taussig y Edith Guild Taussig; su padre profesor de economía de la Universidad de Harvard y cofundador de la escuela de administración de negocios de la misma institución. Su madre estudió botánica en Radcliffe College, pero desafortunadamente ella permaneció enferma de tuberculosis por varios años y murió cuando Helen tenía 11 años de edad. Fue la más pequeña de 4 hijos.
Hellen también enfrentó dificultades personales, con el diagnóstico de dislexia y sordera, así como primoinfección de tuberculosis que la obligaba a estudiar por las mañanas y descansar por las tardes.
En 1921 inició sus estudios en medicina; en ese entonces Harvard se oponía a la admisión de mujeres a la universidad y la única opción que le ofertaba era cursar la carrera, pero sin ser acreedora a un título al término de la misma, por lo cual ella rechazó la oferta rotundamente. Decidió aceptar una plaza para estudiar Histología, con la condición de permanecer con su asiento en un rincón, alejada de los demás estudiantes varones. Posteriormente cursó la materia de Anatomía y Fisiología cardiovascular en Boston y fue aceptada en la Universidad de Johns Hopkins, la cual no tenía condiciones especiales por tratarse de una mujer, esto gracias a su fundadora Mary Elizabeth Garret.
Fue interna y residente en pediatría en el Johns Hopkins bajo la dirección del Dr. Edwards A. Park, jefe del departamento de pediatría y al terminar sus estudios comenzó a trabajar en esta misma institución; contaban con un electrocardiógrafo, aparato de rayos X y un fluoroscopio. En esta misma época fue cuando Hellen notó pérdida de audición, la cual no se pudo esclarecer la etiología, aunque se piensa que pudo estar asociado a un evento de tosferina que sufrió ese mismo año. Hellen cargaba siempre un audífono colgado del cuello, y posteriormente uno que se acoplaba a los lentes.
En 1935 tuvo su primer acercamiento con niños cianóticos diagnosticados con ventrículo único; por lo que decide viajar para un adiestramiento por la Dra. Maude Abbott, en Montreal; la cual había estudiado malformaciones congénitas durante más de 30 años. Ella la enseñó a interpretar rayos X, fluoroscopio y soplos.
Hellen comenzó su enfoque de estudio en los defectos cardiacos congénitos y anatomía y fisiología de los “niños azules”. En 1938 publica un artículo sobre la Transposición de grandes vasos.
Para 1939 la cirugía cardiaca correctiva de defectos extra cardiacos se enfocaba principalmente en la corrección de la persistencia del conducto arterioso y coartación aórtica. Sin embargo, comenzaron a darse cuenta que al cerrarse el conducto algunos de los pacientes fallecían u otros sobrevivían por la formación de circulación colateral. Ante tales circunstancias Hellen decidió buscar al Dr. Robert Gross, cirujano prominente de la época, para plantearle la idea de crear un “ductus persistente”, ante lo cual él le respondió que estaba muy ocupado cerrando conductos y sería absurdo dedicarle tiempo a la creación de conducto permanente. Así fue como Hellen le planteó su idea al cirujano Alfred Blalock (reconocido en ese momento por sus manejos para el choque hipovolémico); el cual de la mano de su ayudante Vivian Thomas dirigieron una investigación desde 1941 a 1944 en perros con el objetivo de reproducir la enfermedad en ellos, es decir, lograr un perro cianótico, para posteriormente buscar su tratamiento. El 29 de noviembre 1941 se realizó la primera fístula Blalock-Taussig-Thomas; pero fue hasta el 29 de noviembre de 1944 que se realizó la primera cirugía en humanos en Eileen Saxon, prematura nacida el 3 de agosto de 1943; la cirugía se realizó de forma exitosa y ella permaneció 2 meses hospitalizada, con alta sin complicaciones.
La cirugía marcó un hito tras la segunda guerra mundial y colocó a la Clínica Johns Hopkins en un lugar de prestigio y reconocimiento importantes.
En mayo de 1945, comparten a la comunidad científica el proceso de la cirugía en The Journal of the American Association; la Dra. Taussig se encargaba de los cuidados peri y post operatorios y el seguimiento a largo plazo de los pacientes.
En 1946 presentaron los resultados de sus 110 primeras operaciones. Dentro del procedimiento se medía la presión de la arteria pulmonar con una aguja y un manómetro de agua; si era superior a 300 mm de agua no se aconsejaba la operación. El rango de edad de los pacientes fue de 5 meses a 21 años (óptimo de 2 a 10 años). De los 110 pacientes, 25 fallecieron, con una mortalidad de 23%.
La cirugía causó muchas controversias en la época, sobre todo a nivel religioso, ya que representantes de la iglesia opinaban que se trataba de un atentado contra los designios de Dios para los llamados “niños azules” que debía aceptarse su historia natural de la enfermedad sin ningún tipo de intervención; por lo que atravesaron un proceso judicial, el cual gracias a la explicación de cuestiones éticas por parte de la Dra. Taussig cursó sin relevancia en las acusaciones.
En 1947 publica su libro “Malformaciones congénitas del corazón”, considerado la Biblia de las cardiopatías congénitas de la época. También por la época describe el llamado síndrome Taussig-Bing.
Reconocida como una mujer de lucha incansable por la investigación, el Dr. Alois Beuren de Gottingen, Alemania le solicita su ayuda para el estudio del síndrome de la Talidomida, el cual estaba causando una epidemia de focomelia en Alemania Oriental. En 1962 se trasladó a Europa y durante 6 semanas visitó los principales centros médicos, recolectando evidencia para posteriormente viajar al Congreso de los Estados Unidos y lograr el retiro del mercado por la FDA en ese mismo año.
En el periodo comprendido de 1965-1966 fue la primera mujer en asumir la presidencia de la American Heart Association, además de seguir trabajando en múltiples publicaciones sobre la enfermedad ateroesclerótica desde la adolescencia y promover programas de modificación de dietas y estilos de vida; logrando además políticas en el Consejo de Enfermedades Cardiovasculares en la Adolescencia.
Algunos de los premios que le fueron otorgados:
Premio Alfa Omega Alfa de la escuela de medicina (1944)
Caballero de la Legión de Honor de Francia y Premio Nacional de la Prensa para Mujeres (1947)
Premio Mead Johnson (1948)
Premio presidente de la Asociación del Corazón de Maryland (1952-1954)
Medalla Honor del Colegio Americano de Cirugía Torácica (1953)
Premio Albert Lasker (1954)
Premio al mérito de la AHA (1957)
Premio Milton S. Eisenhower (1976)
Profesora Emérito de la Johns Hopkins
Medalla de la Libertad por el presidente Lyndon Jonson
1970 dedicatoria del Centro Cardiopediátrico del Hospital Johns Hopkins
1971 premio de la Sociedad Americana de Pediatría
La Dra. Taussig siempre buscó fomentar en todos los que la rodeaban el espíritu de innovación y perseverancia en la investigación, por lo que también infundía en sus colegas confianza por sus ideas, como fue el caso del Dr. Rashkind al comentar sobre la atrioseptostomía en 1966 “será magnífico si podemos realizar simples intervenciones sin la necesidad de abrir el tórax, considero esta un gran avance y un gran logro en el futuro”.
Al terminar su carrera con su jubilación a los 65 años se realizó de forma exitosa la cirugía para corrección de su sordera.
El 21 de mayo 1986 3 días antes de su cumpleaños 88 muere por accidente automovilístico, dejando un enorme legado con su amplio trabajo.
Me gustaría terminar con una gran frase de la Dra. Hellen: “Una de las mayores satisfacciones en la medicina es ser capaz de ayudar a los necesitados. Agradezco a todos mis colegas quienes han ayudado a mejorar la vida de los niños, brindándoles felicidad a ellos y sus familiares. El desafío infinito de la medicina es que siempre tenemos algo que aprender. Son mis mayores anhelos transmitir esto a todos aquellos que continúan por los caminos del conocimiento y a su vez ayudar a las futuras generaciones”.
Como me dijo una vez una doctora, a la que admiro profundamente y que trabaja constantemente con pasión por los pacientes con cardiopatías congénitas, también el mundo y las nuevas generaciones merecen saber quiénes nos han ido abriendo camino.
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