La Cardio-oncología y su relación con la salud cardiaca en mujeres
Por la Dra. Montserrat Carrillo Estrada
Dra. Montserrat Carrillo Estrada
Cardióloga y Ecocardiografista
Posgrado en Cardio-oncología
Titular de la Primera Clínica de Cardio-oncología UMAE Cardiología
La cardio-oncología es una disciplina en expansión que se encarga del cuidado de la salud del corazón de los pacientes con cáncer. La enfermedad cardiovascular y el cáncer encabezan las causas de mortalidad en nuestro país y en el mundo, y pueden coexistir en un mismo paciente. Uno de los puntos más importantes de interacción entre el cáncer y la enfermedad cardiovascular es la cardiotoxicidad, la cual engloba todos los efectos adversos del tratamiento oncológico en el sistema cardiovascular.
El cáncer de mama es la neoplasia más frecuentemente diagnosticada en las mujeres mexicanas y representa la principal causa de mortalidad por tumores malignos. El tratamiento oncológico para pacientes con cáncer de mama ha tenido grandes avances en las últimas décadas, y ha permitido incrementar la sobrevida de estas pacientes. Sin embargo, es necesario reconocer que un gran número de pacientes con cáncer de mama se exponen a diferentes tratamientos que pueden afectar su salud cardiaca.
Entre estos tratamientos se encuentran las antraciclinas, los agentes anti- receptor 2 del crecimiento epidérmico humano (HER2), la terapia endocrina (inhibidores de aromatasa), los inhibidores de la quinasa dependiente de ciclina 4/6 y la radiación torácica.
Las antraciclinas continúan siendo utilizadas ampliamente en pacientes con cáncer de mama. Uno de los efectos adversos más importantes de estos fármacos es el desarrollo de disfunción o insuficiencia cardiaca. A pesar de que los esquemas de tratamiento actuales en pacientes con cáncer de mama usualmente no rebasan los 240 mg/m2 de dosis acumulada de doxorrubicina, es necesario recalcar la importancia de la vigilancia cardiovascular en pacientes expuestas a esta terapia.
Hasta un cuarto de las pacientes con cáncer de mama tienen sobreexpresión de HER2, por lo que requieren tratamiento con terapias dirigidas contra ese receptor, como el trastuzumab, pertuzumab, trastuzumab emtansine y lapatinib, entre otros. Estos tratamientos también están asociados con el desarrollo de disfunción e insuficiencia cardiaca, así como incremento de la presión arterial.
Un gran porcentaje de pacientes con cáncer de mama requerirá tratamiento a largo plazo con terapia endocrina, con moduladores selectivos del receptor de estrógenos (tamoxifeno) o inhibidores de aromatasa (como el letrozol, anastrozol, etc). Se ha encontrado asociación de estos últimos con el desarrollo de enfermedad cardiovascular, hipercolesterolemia e infarto del miocardio.
El tratamiento con ribociclib, un inhibidor de la quinasa dependiente de ciclina 4/6, se ha asociado con riesgo de intervalo QT prolongado. El uso de este y otros fármacos como el palbociclib también se ha asociado con un incremento del riesgo de eventos tromboembólicos, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial y fibrilación auricular.
La radiación torácica, cuando el corazón se encuentra dentro del campo terapéutico, puede ocasionar enfermedad cardiaca inducida por radiación, que puede presentarse hasta décadas después de la exposición en forma de valvulopatías, enfermedad coronaria o enfermedad pericárdica. El riesgo en pacientes con cáncer de mama es mayor cuando la afección es en la mama izquierda y también depende de la dosis total de radiación promedio que el corazón recibe.
El espectro de presentación y afección del sistema cardiovascular por exposición al tratamiento para el cáncer de mama es amplio. En este sentido la evaluación cardiaca en este grupo de pacientes es fundamental, desde que se recibe el diagnóstico de cáncer hasta que se alcanza la etapa de sobreviviente.
Antes de la exposición al tratamiento oncológico se debe realizar una evaluación con la finalidad de estimar el riesgo de cardiotoxicidad de las pacientes con cáncer de mama. En pacientes con enfermedad cardiovascular preexistente es necesario el ajuste de tratamiento y optimización de los factores de riesgo cardiovascular. Es posible establecer estrategias de prevención primaria y secundaria para cardiotoxicidad, así como un plan de vigilancia (con electrocardiograma y estudios de imagen cardiaca, entre otros) que permita la detección temprana de estas complicaciones. El tratamiento oportuno de complicaciones como la disfunción cardiaca asociada a terapia oncológica es crucial para la recuperación de la función ventricular.
Más allá del señalamiento de los efectos adversos del tratamiento para el cáncer, la cardio-oncología tiene el objetivo de procurar el mejor tratamiento oncológico para los pacientes, estableciendo las medidas necesarias para el cuidado de su salud cardiovascular. Como se ha señalado por parte de diferentes expertos en el área y en diferentes documentos de consenso, esta disciplina nos ayuda a evitar que el paciente con problemas oncológicos en el presente, sea el paciente con problemas cardiovasculares en el futuro.
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